A ♥

Sigo intentando escribirte una hermosa carta de amor, pero cuando llego a vos, me quedó sin palabras. Sos, sin duda, mi poema más incierto. Mis letras más invisibles. Sin embargo, acá estoy, intentando hacer esto para vos, porque vos, siempre vos. Tu sonrisa inigualable que me llena de sol, tu sonrisa iluminándome en plena noche. Tus preguntas que son respuestas y son preguntas tus respuestas. Me estás enseñando tantas cosas, tantas que no puedo ponerlas en los renglones. Tantas que la originalidad que caracterizaba a mis versos se retira acobardada por lo novedoso de tu presencia en mi vida. Sí, tu presencia, tu presencia presente.

Tan diferente. ♥

Todos dicen lo mismo: me mostraste un mundo diferente.
Pero debe ser porque es cierto.

Yo dormí abrazada a vos y al día siguiente estabas ahí, despertándome. Me diste un café hecho por vos a los pies de la cama. Te miré. No creo haber necesitado mucho más para enamorarme. Tenía los pulmones tan llenos de humo, los sueños tan contaminados. Y vos me sacabas las pesadillas poniendo tus brazos en mi cintura, dándome besos entre sueños.
Siempre me enamoré tan fácil que dolía. Esta vez fue tan fácil y sucede todos los días. Día a día elijo tu nombre por sobre todos los nombres, tus ojos por sobre todos los que me miran. Tu sonrisa como única esperanza. Tu cuerpo como única tierra prometida. Porque una de esas maravillas que me enseñaste fue a dejar el miedo en el umbral. Ya no me duele tener un alma como la que tengo. Ya no le tengo tanto miedo a mostrar mi sonrisa.

Era posible, entonces, que mi sonrisa existiera en la vigilia. Vos te la apropiaste. Vos la limpiaste de miedo, de dudas. Vos le imprimiste tu sonrisa encima. Y yo te miro, maravillada, enamorada, sensible.

No importa mañana. Hoy a mí no me importa qué pasa mañana. Hoy sos vos y eso me alcanza. Eso a mi corazón le alcanza.


Eso me alcanza para sonreír.
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