Cuando sufro no me aburro, cuando sufro vivo intensamente y mi vida es interesante, llena de emociones y peripecias. En verdad, sólo vivo cuando sufro, es mi manera de vivir. Pero algo en mí no quiere sufrir. Alejandra Pizarnik.

30 may 2010

15 may 2010

Rewind (and not erase)


Sinceramente, los sábados a mí me cagan a palos. Los viernes me encantan, amo el tema de The Cure, Friday I'm in love, y por lo general siempre estoy de un humor divertido, amistoso y fácil de llevar. Pero los sábados no, me pasan por encima cual topadoras que no tienen freno. Me pongo de mal humor, odio a todo el país (hasta a aquellos que amo el resto de la semana) y quisiera estar en medio de un boliche enorme, bailando Lady Gaga descontrolada y con más de un par de copas encima.

Estoy triste.

Y agrego:

No estoy triste, SOY triste. Lo mío es una cuestión existencial, ya me di cuenta hace mucho tiempo. Y sobre todo, soy triste los sábados.

Disconforme. Mal Humor. Encaprichada.


Quiero salir, necesito salir. En todos los sentidos. Necesito salir de toda esta mierda de la computadora, donde todo parece alejarse y agigantarse. Necesito salir de todas estas dudas de mierda que tengo en la cabeza. Necesito salir y descubrirme enamorada de alguien, dejar de poner el botón en OFF cada vez que me aprietan el corazón (y todo porque... I'll never love again... Oh boy, you've left me speechless...). Yo ya sé que no va a haber otro como él.

NO-VA-A-HABER-OTRO-COMO-ÉL.


Es increíble como todos los hombres en mi vida se reducen sólo al recuerdo de dos. Uno indescriptiblemente maravilloso, con el cual el amor trascendió todos los límites posibles para ser sólo un estado vital. Y otro, con el cual lo único que trasciende es el odio. El odio que es amor vestido de luto. Y dudas, y un esconderme constantemente para no seguir poniéndolo en un altar que él se construyó y me construyó para volverme inalcanzable. Intocable.

(Justo a mí, que preferiría que me cruces la cara de un cachetazo cuando intento lastimarte a que me mires en silencio!).





Juego, juego. Miro para todos lados, busco. Y no encuentro nada. Un pseudo engaño de unos cuántos meses. La falta de corazón, de lágrimas, de todo. La falta de la sonrisa. La falta de ganas. Los dientes afilados y preparados para morder.
Otra cosa. Quiero otra cosa.


Érase una vez, en un tiempo lejano, una chica de sangre caliente. Y ahora no. Ahora necesito ponerme al lado del sol para entibiarme los pies. El resto es el invierno que tengo en la cabeza y, sobre todo, en el medio del pecho.

(Y así y todo: me acuerdo y me duele. te veo morir y me duele. me miro comfortably numb y me duele)





Necesito despertarme. Necesito que alguien me saque de toda esta apatía constante. Quiero dejar de ser inconmovible. Quiero que el amor me dure más de cinco minutos.

8 may 2010

Aperturas


En ajedrez se denomina apertura a la fase inicial del juego, en la que se procede a desarrollar las piezas desde sus posiciones iniciales (vos allá y yo acá, el primer paso para salvar esta distancia) . Las tres fases de una partida de ajedrez son: apertura, medio juego y final (final que puede ser feliz o un completo fracaso). Las secuencias de movimientos iniciales reconocidas se conocen como aperturas o defensas (yo siempre a la defensiva y ahora jugando al ataque) y se le han dado nombres como: la Apertura española, la Defensa siciliana y el Gambito de Dama Declinado. Hay docenas de aperturas diferentes que pueden variar ampliamente desde el punto de vista del carácter, desde el juego posicional hasta líneas de táctica salvaje (definitivamente salvaje, sí, eso sí). La apertura es un elemento fundamental en el ajedrez. Una apertura sólida permitirá consolidar posiciones ventajosas (la famosa Gran Entrada); por el contrario, la debilidad en la apertura difícilmente podrá ser compensada en el posterior transcurso del juego (pasar desapercibido o peor aún, ser vencido por un tercero en discordia!). En la actualidad la apertura está ampliamente estudiada (en algunos casos hasta la jugada 20 o más), hasta el punto de que en muchas partidas los primeros movimientos se realizan de forma automática de acuerdo con la teoría de aperturas establecida (esos son profesionales, yo apenas una aficionada). Una secuencia de movimientos de la apertura que se consideran estándar, a menudo catalogados en un trabajo de referencia como la enciclopedia de aperturas de ajedrez se conocen como "movimientos de libro". Estos trabajos de referencia a menudo presentan estas secuencias en simples árboles de apertura en notación algebraica o tablas de teoría (las técnicas añejas, probadas de conquista). Un nuevo movimiento en la apertura se conoce como una "novedad teórica". Cuando una partida se empieza a desviar de la teoría de aperturas conocidas, se dice que los jugadores se "salen del libro"(yo quiero innovar, sorprender -te-). En algunas líneas de apertura, los movimientos considerados mejores para ambos bandos han sido calculados para veinte o veinticinco movimientos o más. Los jugadores profesionales pasan años estudiando las aperturas y continúan así durante toda su carrera, según continúa evolucionando la teoría de aperturas.*




- Veremos qué resulta. Mi primer peón ya salió de casa. Llegará a destino? -



*Adaptado de Wikipedia.

5 may 2010

Incapaz


Imposible

yo no puedo llegar.

como no se llega a la luna de un salto
como no se escapa de una jauría de lobos hambrientos corriendo
como no se puede huir de la muerte.

No puedo tenerte.
ni siquiera en palabras.

Bite.

Afilé los colmillos, los llené de veneno, te mordí no una, sino veinte veces, durante horas, con mi paciencia de asesina. Jugueteé con tu sabor en mi lengua. Mi podredumbre se te metió en el torrente sanguíneo, ahora caminás como un muerto por esta tierra, ya nadie te reconoce, ya no reconocés a nadie. Estás muerto, como yo, tan muerto, como yo.
Yo no siento. NO LO SIENTO. Perdón, pero no lo siento. Si puedo destruirte, envenenarte y mostrarte en tu carne lo que sufrí en la piel, voy a sonreír con esta sonrisa llena de colmillos afilados.


HOY TE MERECÉS EL VENENO.
Ayer tal vez el beso. Mañana tal vez la lágrima.