Te extraño. Son palabras simples y certeras. Filosas como alfileres, blandas como una nube. Mudas, como los muertos.
¿Cuándo fue que el tiempo se cambió de bando? Antes nos arrullaba y ahora nos asfixia sin piedad.
Te extraño en pequeñas cosas. En una galería de arte, un cine, un libro, un poema. En un colectivo que va de norte a sur, cruzando la 9 de Julio, en el medio de una canción. Te extraño en el café de la mañana, pero también en la cerveza de trasnoche.
Mis letras te extrañan. Mi nombre extraña al tuyo, mi voz a tu silencio. Mi silencio a tu sonrisa.
Extraño tus ojos, irreemplazables reyes del dolor. Tu territorio es mi cuerpo. Tu reino es mi cuerpo. Y sigue en pie.
Extraño tus brazos rodeándome. Mi cintura apretada entre tus manos. Tu respiración en mi cuello.
Extraño caminar sin rumbo con vos. Sentarnos en cualquier lugar y hacerlo propio.
Extraño tu forma de entender mi dolor, de desnudarlo entre caricias. Extraño tus llaves que abrían todas mis puertas. Extraño tu forma calma de no tomar nada de la vida. Tu impronta etérea enfrentada a mi tierra, a mis raíces.
Extraño decirte mi amor con los diez dedos largos de mis manos y que jamás pudieras escucharlo.
Sí, extraño lo que nos separaba también. Hubo un momento en el que te elegí, por sobre todas las cosas terrestres y celestes. A vos. Y en vos entrabas vos, con todo lo que traías y todo lo que te faltaba. Te elegí sin darme derecho a réplica. Sin posibilidad de cambio o devolución.
Te elegí sabiendo que ibas a romperme en pedazos con toda la inocencia de un par de ojos infantiles. Sabiendo que tu forma de estar a mi lado no me alcanzaba ni me iba a alcanzar nunca.
Pero te elegí apostando a mi error. Desconfiando de mi odiosa etiqueta de sabelotodo. Te elegí con la ilusión como un ramo de flores en plena primavera y el corazón en el aire.
Y esperé. Esperé. Por eso cuesta tanto creer que ya no hay más tiempo para jugar. No más rayuelas, no más cuadernos de tapas azules, no más desayunos y caminatas por Banfield. Todo eso se acabó.
Pero te extraño. Con todas las letras.