Conozco tus palabras, tus manos, tus ojos, tus cigarrillos a la madrugada. Me maravillo todavía con tu reinado sobre la sutileza. Y sigo sin entender. Conozco de memoria lo que no entiendo. Siempre mirando con la nariz pegada al vidrio de la pecera. No puedo acariciarte, no puedo hablarte al oído. Lanzo mis burbujas contra el vidrio esperando estrellarlo, estrellarme, destrozarlas. Qué difícil que es vencer a la historia. La tradición que nos enmarca, que nos dicta el libreto de nuestra propia escena. No lloramos, aunque yo lo haría. Me lo prohíbo porque quiero permanecer con el orgullo intacto (justo ahora que logré poner todas las piezas en su sitio no voy a dejarlas desordenarse otra vez).
Me siento a la mesa, me aferro con una mano al vaso, con la otra al cigarrillo. Sonrío. Lanzo palabras, dardos y flores. Caricias y latigazos por igual. No puedo pararme en ningún otro lugar que no sea el medio.
La elección.
Otra vez la elección.
(pero si yo te elijo por sobre todas las cosas - preferiría tu sonrisa a toda la verdad - siempre fue así siempre el primero en la lista siempre el primer planeta de mi sistema solar - no somos mundos distintos, no somos dos planetas diferentes -)
La visión superlativa de tus ojos paseándose por las letras del poema más hermoso que alguna vez se escribió. Y tus ojos en mis ojos y mis ojos en tus ojos y el poema. Lo soñado sucediendo ahora, ayer, ahora mismo. Un lenguaje que vuelve a envolvernos como una sábana. El lenguaje poético de los ojos encontrándose y las manos nerviosas y los silencios abismales y la poesía misma la historia misma escrita reescrita en todo este tiempo.
Nos conozco, nos conozco desde siempre. Fui yo quien nos inventó. Fuiste vos quien nos dio el soplo de vida.
( ¿acaso podría no mirarte maravillada esta noche? - tonight i shine with you -)
Dormir.
Volverte a encontrar.
Cute Graphics
2 comentarios:
leerte da ganas de escribir.
Que lindo imaginarlos a los dos como una única gota de agua que es parte de un mar turbulento y brilla por su intensidad.
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